La comunidad como alternativa a la modernidad
Sucede muchas veces que
transitamos un acontecimiento que queda marcado en la historia y en el momento
no somo consciente de ello, aunque escuchemos a menudo comentarios que lo
señalan como indicios del comienzo de un ciclo nuevo. Uno no necesita ser
experto en política internacional para darse cuenta de que la situación es
bastante distinta a lo que era hace veinte años atrás, ¡veinte años no es nada
dice el tango!, y es así, veinte años en la historia de la humanidad no es
nada, y ni hablar desde que se inicio la vida en la tierra. Los ciclos de la
vida en donde en uno de esos rulos de la naturaleza aparecimos nosotros son
millones de años, y llegamos hasta acá. ¡No nos pongamos pesimistas para
interpretarlo como el “hasta acá llegamos”!.
Pero, como dicen los memes “habrá señales”, es cierto, están sucediendo cosas.
En el hemisferio
norte la modernidad dio comienzo en 1492 (por poner una fecha), este periodo se
dio precisamente en cuatro países Italia, Francia, Alemania e Inglaterra,
países referentes de lo que mucho más tarde sería el desarrollo industrial tecnológico
a los que luego se sumara Estados Unidos. Así llegamos a lo que muchos conocieron
como el estado de bienestar que se expandio después de la segunda guerra mundial
con el plan Marshall. En nuestro pasado reciente gran parte de la población
mantiene en su memoria lo que fue el sueño americano de los años 60, las películas
propagandísticas de cowboy con Jon Wayne que luego continuarían las de Rambo a
partir de Firts Blood de 1981 y hoy sigue de múltiples formas por las distintas
plataformas, la más conocida Netflix.
Luego de la segunda guerra Inter-imperialista,
tras el acuerdo de Yalta, frente al peligro del estalinismo, el plan Marshall
fue el que fortaleció y estabilizo a los países europeos. Como se señaló en el
párrafo anterior, comienza una nueva expansión del capitalismo, llamado de
bienestar, del cual se beneficiaron los países miembros de la OTAN y alguna
burguesía aliada de determinados países del sur. Este ciclo culmino en 1973,
por poner la fecha en que el dólar dejo de tener respaldo material del petróleo,
así da comienzo el inicio del capitalismo financiero que hoy lo llaman
“postmodernidad” pero es la modernidad con otro rostro. Esto de cambiar el
nombre hace más difícil la comprensión y oculta la verdad.
Este periodo que se inicia en 1973 es
el que más adelante da el golpe final al sistema soviético lo que se conoce
como la caída del muro en 1989. Aunque se venía hablando de esto, este hecho
auguro un nuevo ciclo, “sin ideologías”, claro solo la de ellos, capitalismo
financiero puro y duro, como lo sufrimos desde 1989 con el menemismo. Muchos pronosticaron un nuevo ciclo (sin decir
como seria) solo se destacaba que el comunismo había muerto, el más conocido
fue el de Fukuyama en su famoso libro “el fin de las ideologías”. Solo quedaba
un dios, el dinero, claro que esto Fukuyama no lo decía ni tampoco los que
auspiciaban este nuevo ciclo. Todos hablaban de la libertad, palabra que ha
tomado auge en nuestros días. Resulta que ese optimismo desenfrenado solo duro veinte
años, rápidamente aparecieron nubarrones en el horizonte. La crisis generada en
los países centrales, sale a la luz en EE.UU. en el 2008. La película con
Michael Douglas “El dinero” grafica ese periodo. Esta crisis no es otra cosa la
que financierización de la economía dando mayor protagonismo a identidades
financieras de todo tipo, entre ellas los bancos, su secreto es la motivación
provoca el solo hecho de producir dinero. Así queda atrás el capitalismo de
bienestar basado en la instalación de fábricas y una burguesía que consume.
Esta apretada síntesis es un intento de
poner en contexto la situación que estamos atravesando. El rasgo distintivo de este nuevo modelo de
capitalismo es su constitución como un poder supranacional por la
característica de no tener una identidad respecto de una nación como lo fue en
sus inicios siglos XIX y XX. Tenemos que preguntarnos porque lo que llamamos
“modernidad” se ha sostenido en el tiempo. Esto obedece al tipo de subjetividad
que se ha ido construyendo en base al principio cartesiano “pienso luego
existo” (comienzo del auto-centrismo y salida del medioevo europeo). En
nuestros días esto se ha masificado. Tengamos en cuenta los pasos históricos.
Primero la imprenta (en oriente la imprenta apareció mucho antes que en
occidente) siglos después la radio y televisión y hoy los móviles. La mayoría de
los individuos que han sido tocados por el mundo desarrollado (esto no excluye
a los países del sur) hace que las personas de hoy busquen solo su propio
interés, autorreflexivos, egocéntricos, etc, característica que lo lleva a
cosificar todo lo que tiene a su alrededor en función de sus intereses y lo mas
grabe es que esto incluye al prójimo. Esta característica es la que mas empuja el
desarrollo de los acontecimientos de los cuales somos testigos. Ese correr tras
el dinero es el que dinamiza la crisis y la profundiza. Estamos frente a un
proceso que se autopropulsa y se autofagocita.
Esto ya a sido planteado por muchos
analistas en lo que va de este siglo haciendo un diagnóstico sin salida, de
esta manera son funcionales a este sistema que esta llevando a la
autodestrucción la vida en el planeta. Frente a esto en los últimos años ha
surgido una posición decolonial que pone en cuestión la modernidad planteando
una visión cosmogónica (comunidad) frente al dualismo de la modernidad. Esto no
significa que hay que dejar de lado las ciencias, sino como se la utiliza. Una
ciencia sin sentido es destructiva de la naturaleza de la cual el[O1] ser humano es parte de ella.
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