sábado, 6 de septiembre de 2025

Del extractivismo al tecno-feudalismo: cómo la memoria comunitaria puede desmontar el mundo unipolar




Cuando se habla de un mundo unipolar, debe entenderse que el exterior e interior de una nación constituyen una falsa antinomia. Para los poderes multinacionales no existen barreras; cuando alguien intenta erigirlas, se despliega un arsenal de medidas que dificultan cualquier intento de autonomía. Esta dinámica se ha repetido a lo largo de la historia: las dos guerras mundiales del siglo pasado fueron, en esencia, disputas económicas, y una de sus causas principales fue la competencia por el sometimiento de las colonias del hemisferio sur. Las lecturas de estas confrontaciones mundiales se pueden interpretar que éstas se debieron a la disputa de la posición de poder económico sobre otros países. A principios de siglo pasado, el poder económico aún no estaba totalmente centralizado. El surgimiento de las naciones puede interpretarse como una balcanización de ese poder; luego este se concentró por sobre todas ellas, que es lo que hoy esta sucediendo.

Entre los hechos más relevantes figura que dos de los países que han logrado un desarrollo industrial importante —Rusia y China— se han enfrentado al sistema unipolar representado por Estados Unidos y Europa. Frente al mundo unipolar los líderes de los BRICS han puesto en marcha una experiencia de gobierno centrada en respetar los patrones de intereses de sus habitantes, es decir, en limitar la distorsión que la autonomía del capital ejerce sobre los individuos. Esta nueva arquitectura multilateral no borra las características propias de cada nación; por el contrario, busca constituir economías complementarias en las que las capacidades de cada pueblo se multiplican supliendo las necesidades de los otros. En el plano cultural, se reivindican las particularidades de cada sociedad en beneficio colectivo, enriqueciendo así el patrimonio común de la humanidad. Esto contrasta con el extractivismo epistémico denunciado por Boaventura de Sousa.

La experiencia rusa comenzó tras la asunción de Vladímir Putin en 2000, luego de la mala experiencia de la caída del Muro en 1989, cuando el sistema soviético se adhirió plenamente al capitalismo unipolar, o mejor dicho fue capturado por el mismo. El fenómeno chino es distinto: desde la Revolución de 1949 estuvo casi aislado y marcó profundas diferencias con respecto al sistema soviético.  Con la visita de Henry Kissinger en el año 1971 se levantaron las sanciones se permitieron las transacciones y se inicia así un un intercambio comercial con EE.UU.

Los estadounidenses buscaban utilizar a China para debilitar a Rusia, que dieciocho años más tarde caería por su propio peso. Nada salió como se esperaba.

El fenómeno chino es un tema de discusión, muchos hablan de un “capitalismo de estado” otro de que es un “socialismo capitalista”, todo este intento de encasillar el sistema chino obedece a una mirada con una perspectiva occidental. Desde la cual no es comprensible.

Diez años después, desde la asunción de Putin, Rusia volvió a convertirse en un escollo para los intereses financieros radicados en Estados Unidos y Europa occidental. Lo mismo ocurrió con China en los últimos veinte años, al transformarse en referencia internacional para la fabricación de mercaderías generando un intercambio comercial por fuera de los intereses financieros concentrados.

En este momento histórico, la estrategia de los BRICS no es confrontar con los países del bloque occidental, sino que estos se despeguen de la influencia del supra-poder económico-financiero que se erige por encima de las naciones y puedan llevar adelante una política económica que no se contraponga a los intereses de sus habitantes.

El bloque industrial más desarrollado de occidente es el que genera el sistema financiero internacional, cuyo exponente más conocido es el FMI, al mismo tiempo desarrolló su poder armamentístico. Son las mismas potencias (a las que en el siglo XX se suma EE:UU) que impusieron la división internacional del trabajo asignando a las colonias el papel de proveedoras de materias primas, mientras ellas se especializaban en la producción de manufacturas y productos industriales. Esta relación se consolidó mediante tratados comerciales desiguales, el uso de la fuerza y el control político y económico sobre los territorios colonizados. El llamado valor agregado quedaba en las metrópolis, pero no en manos de los trabajadores de las fábricas, sino de los dueños de las empresas.

La Europa occidental colonialista y los blancos de Estados Unidos se sienten “supremacistas” y miran con desprecio a los inmigrantes; ignoran totalmente la historia y desconocen que su bienestar descansa sobre el saqueo colonial que practicaron sobre los países del sur, saqueo que genero las condiciones para que hoy sucedan las migraciones masivas hacia las naciones industrializadas.

El avance de la ciencia y la técnica —lo que se denomina tecnofeudalismo— ha provocado una interconexión global sin precedentes. Por ello, la información es decisiva: determina, en gran medida, la conducta de las personas.

Hace apenas setenta años apareció la televisión; la comunicación satelital móvil se masificó en los últimos veinte. Aún no podemos dimensionar su impacto, pero sí afirmar que, en un primer momento, todos estos adelantos fueron aprovechados por el mundo occidental, es decir, por el capitalismo financiero, que alcanzó su punto máximo tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Pocos años después se publicó “El fin de la historia” de Fukuyama, obra que reflejaba el optimismo de Occidente y que Carlos Saúl Menem, presidente argentino, asumió como verdad absoluta, creyendo que toda alternativa al capitalismo occidental había quedado atrás; por tal razón retomó las ideas de Alsogaray.

Hoy la batalla se libra en los medios. Tal es así que, más allá de que algunas aplicaciones —con orientación pro-occidental— critican cualquier intento de autonomía. También son utilizadas por quienes difunden una alternativa al sistema. El criterio es simple: los medios obedecen a quien los maneja o, mejor dicho, a quienes hacen uso de ellos. Esta es la teoría de Toni Negri, filósofo comunista italiano que estuvo detenido por su militancia. Negri sostiene que, pese al carácter perjudicial de los medios masivos virtuales de comunicación, principalmente los móviles, la multitud tomará los mismos y los utilizará para sus fines. El principio de Negri es una traslación de la teoría comunista, esto es: la clase trabajadora se apropia de los medios de producción que están en manos de los burgueses capitalistas; en este caso sería de las aplicaciones en los celulares pertenecientes al capitalismo occidental.

Siguiendo la teoría de Negri podemos decir que las multinacionales hacen algo similar: Se apoderan de los movimientos que se generan por rechazo a sus políticas, por ejemplo, la lucha por el equilibrio ecológico lo apoyan de manera encubierta manifestando que es por culpa de la humanidad en la utilización del desarrollo tecnológico. Ocultando así la responsabilidad que el cabe al desarrollo industria concentrado y sin control. También apoyan a los movimientos de izquierda que tienen posiciones controvertidas con gobiernos que se enfrentan al imperialismo. A los pueblos originarios los presentan como una reserva histórico-cultural que hay que conservar en su lugar y los relegan a una atracción turística.

El sistema publicitario en función de la meritocracia

En el sistema occidental la publicidad apunta principalmente a cuatro puntos de la persona: 1)Intensifica el deseo y la insatisfacción permanentes a  través de la creación de carencias simbólicas, incentivando a la adquisición del producto que lo representa; 2) Promueve un modelo de vida consumista y aspiracional: cuanto más se posea, más valdrá el individuo; 3) La imagen y la juventud infinita es un estándar corporal y estético; ejemplifica el modelo hedonista-físico: cuerpo perfecto, belleza eterna, bienestar instantáneo; 4) El rendimiento y la competitividad: vende herramientas para ser “más eficiente, más rápido, más exitoso”; propone el modelo meritocrático-funcional: tu valor depende de tu productividad y tu marca personal. La individualidad y la autenticidad de marca: ofrece productos que “te definen” y “te diferencian”; construye el modelo individualista-fetiche: la identidad se construye comprando signos distintivos.

Todas estas consideraciones no significan que debamos dejar de lado los recursos que nos brindan los adelantos tecnológicos para comunicarnos y difundir la cultura . La trascendencia de un saber es en función del bienestar colectivo.

Así vemos cómo este sistema, que comenzó con la modernidad en los siglos XVI y XVII, tomó de lo anterior todo lo que le serbia y, con la ciencia y la técnica, fue perfeccionando su accionar hasta llegar a nuestros días. En las sociedades más afectadas, se ha instalado una vida virtual distanciada de la que fue, durante siglos, una convivencia basada en la proximidad con el prójimo.

El mundo multipolar deberá tener como principio contener las singularidades culturales de cada pueblo dentro de lo que es un intercambio complementario e igualitario. Esto hará que muchos de nosotros recuperemos un modo de vida acorde con la naturaleza y el prójimo.

#MundoUnipolar #BRICS #IntercambioIgualitario

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