DEL CONTRATO SOCIAL AL TECNO-FEUDALISMO: CÓMO EL CAPITALISMO ABSORVE A LA PROTESTA, CONVIERTE LA CATÁSTROFE EN NEGOCIO Y LA ESPERANZA EN AMENAZA
La actual
situación internacional amerita una consideración crítica de la historia de la
humanidad de los últimos cinco siglos. Antes del inicio de lo que se llama
modernidad, los humanos en la tierra llevaba miles de años de existencia. El periodo
de la modernidad se ha destacado como un salto en la historia por la
utilización de los descubrimientos para avanzar en el desarrollo de los
proyectos expansionistas en el hemisferio sur. Ahora se habla de que estamos
iniciando un nuevo periodo al que llaman posmodernidad, otros tecnofeudalismo,
etc.
Hemos entrado
en un nuevo periodo que ha sido impulsado por los nuevos descubrimientos en el
área tecnológica. Esto fue capturado por el sistema occidental y su
implementación ha sido utilizada para un desarrollo económico desigual: para
uno es todo, para otros nada.
Retrocediendo
en el tiempo encontramos que uno de los fundamentos teóricos en el inicio del
periodo de la modernidad se basó en que el hombre es malo por naturaleza y que
necesita un control (hoy algunos siguen sosteniendo este concepto).
Precisamente esto da origen al contrato social, sobre el cual se impone un
“orden y control” sobre la sociedad para evitar la lucha de “todos contra
todos”.
El
“contrato social” nace en la Edad Moderna (siglos XVII-XVIII) como teoría laica
y racional que sustituye la idea medieval de un poder “natural” o “divino” por
la de un pacto voluntario entre individuos libres. Desplaza la legitimidad del
“orden natural/divino” al “acuerdo humano”, sentando las bases del Estado moderno,
la constitución escrita y la soberanía popular.
Según la
definición clásica: “La secularización desplaza a la religión del espacio
público al privado. Funda el Estado moderno laico y una ciudadanía igualitaria
sin distinción de credos”. Esta definición clásica de la secularización se ha
rebatido. En verdad es el comienzo del dominio del capital a través del
protagonismo exponencial del dinero como poder supremo que desde ese momento
sigue reinando hasta nuestros días.
Lo que ha
hecho históricamente el sistema capitalista es tomar para sí todo lo que sea
útil para extender su poder. Tiene la facultad de apropiarse de lo que aparece,
distorsionarlo y republicarlo con el fin de seguir expandiéndose. Tenemos
varios ejemplos en los últimos decenios. En la lucha por preservar el medio
ambiente, muchas empresas de los países más desarrollados financian
indirectamente a Greenpeace para que “distraiga” a la opinión pública de la
responsabilidad del capitalismo en la crisis ecológica. Existen análisis
críticos y acusaciones que sostienen que Greenpeace, al enfocarse en la
responsabilidad individual y en campañas contra empresas específicas, termina
desviando la atención del sistema capitalista como estructura causante del
desastre ecológico.
El
artilugio es simple: hacer campañas contra corporaciones, pero ignorar al
sistema que dio origen al mismo. Por ejemplo: Greenpeace ha liderado denuncias
muy duras contra gigantes como Shell, Exxon o Monsanto (ahora Bayer la adquirió
en año 2018)). Sin embargo, no cuestiona la lógica del sistema capitalista en
su conjunto, sino que demanda que las empresas “paguen por los daños” o que los
gobiernos impongan impuestos a los contaminadores.
Otra
reivindicación capturada por el capitalismo es el feminismo, absorbido por el
mercado. Citemos el caso más importante: la falsa emancipación de la mujer
frente al “hombre proveedor”. Pasa del “salario familiar” al “doble turno” sin
aumento de sueldo, legitimando la entrada masiva de mujeres al mercado laboral
con salarios más bajos y sin reducir sus tareas domésticas. Resultado: más
horas de trabajo por familia, mismo o menor ingreso real y un nuevo ideal
vendido como “empoderamiento”.
El patriarcado,
que en occidente tuvo su apogeo en la cristiandad, se va trasmutando a través
de las distintas etapas del desarrollo de esa Europa expansiva que, en un
primer momento, con la era del capitalismo industrial pasa a instrumentar el
trabajo invisible: el trabajo en el hogar para que el hombre pudiera cumplir la
jornada en la fábrica. Su trabajo no se pagaba.
Los medios
de comunicación obedecen al principio de responsabilizar al ser humano por la
destrucción del mundo. De esta manera nos hacen sentir culpables. El
responsable es el sistema que captura a los humanos y da comienzo a la
modernidad. Utilizó y utiliza todos los adelantos y descubrimientos para
acentuar la explotación de todo lo que tiene a su alrededor con fines
económicos. Este sistema nunca tuvo en cuenta a la naturaleza ni a las
personas; es así como llegamos a este punto, del cual dicen que no hay retorno,
y señalan al humano como incorregible.
Se ha
llegado al extremo de que ganar dinero justifica todo, transformándose en un
fin en sí mismo, hasta el punto de que no importa inmolarse persiguiendo el
dinero, sino seguir acumulando riquezas.
Vaticinan
la catástrofe en películas de ciencia ficción como Mad Max y otras, en las
cuales hay una crisis que termina con la humanidad en el planeta y solo
sobreviven algunos, estos luchan uno contra el otro por la vida El principio de
la modernidad es el que sostiene que sobrevive el más fuerte.
En la
actualidad no hay un único “peligro” que Occidente agite, sino un menú variable
que se ajusta al contexto geopolítico y económico. A todo esto, en el horizonte
están asomando alternativas que el mundo occidental describe como una amenaza:
la “amenaza sistémica” de China a través de DeepSeek, Huawei, TikTok, CIPS,
yuan digital, etc. que se presentan como una influencia tecnológica, financiera
e informativa que desafía el liderazgo de EE. UU. y la UE.
Cuando se
habla de tecno-feudalismo y del sometimiento a los móviles celulares, no se
menciona la alternativa de hacer uso de los mismos con otros fines que no sean
los de Occidente. Por tal razón se habla de una disrupción tecnológica
incontrolada: IA generativa (DeepSeek, ChatGPT). En verdad esto es visto como un
“caballo de Troya” que puede socavar ventajas occidentales o ser usada para
“desinformación masiva”. Así se esconden las consecuencias enumeradas en un
principio, respecto a la responsabilidad del sistema capitalista en su
desarrollo. Ahora se lo llama de distintas formas: tecno feudalismo, era
virtual, pos verdad, etc.
El punto no es oponerse a la ciencia y a la técnica, sino como se hace uso de ella. ¿Preguntémonos porque, si en oriente se desarrolló primero no causo los mismos efectos que en occidente? Hay muchas razones, nombraremos las más importantes: en el proceso de apropiación de inventos que se habían creado en Oriente siglos antes están la Brújula, la pólvora, la imprenta, la vela latina, el timón de popa, etc. inventados o perfeccionados en China, India, mundo islámico entre los siglos V y XV. Esto hizo la navegación oceánica posible, gracias a brújula, astrolabio (instrumento astronómico de cálculo y medición). Posteriormente comienza el desarrollo industrial con máquinas de vapor, telares mecánicos y acero, todo de origen oriental. Tiempo más tarde Asia pierde el control de sus propios inventos y termina comprando versiones europeas de sus propias creaciones.
Volviendo al presente podemos decir que los grupos que están ligados al sistema tecno-financiero occidental tienen claro que la mayor amenaza para el neoliberalismo es el ascenso de los BRICS, el uso de monedas alternativas al dólar y la “reorganización del Sur Global” que pueden causar “fracturas profundas y persistentes” en el orden mundial dominado por Occidente. Se habla de fragmentación del orden global y “multipolaridad”, esto está en curso y da lugar a una luz de esperanza en un futuro cercano, pues los ciclos históricos son cada vez más cortos gracias a los adelantos de la ciencia y la técnica.
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