sábado, 4 de octubre de 2025

 DEL CONTRATO SOCIAL AL TECNO-FEUDALISMO: CÓMO EL CAPITALISMO ABSORVE A LA PROTESTA, CONVIERTE LA CATÁSTROFE EN NEGOCIO Y LA ESPERANZA EN AMENAZA



La actual situación internacional amerita una consideración crítica de la historia de la humanidad de los últimos cinco siglos. Antes del inicio de lo que se llama modernidad, los humanos en la tierra llevaba miles de años de existencia. El periodo de la modernidad se ha destacado como un salto en la historia por la utilización de los descubrimientos para avanzar en el desarrollo de los proyectos expansionistas en el hemisferio sur. Ahora se habla de que estamos iniciando un nuevo periodo al que llaman posmodernidad, otros tecnofeudalismo, etc.

Hemos entrado en un nuevo periodo que ha sido impulsado por los nuevos descubrimientos en el área tecnológica. Esto fue capturado por el sistema occidental y su implementación ha sido utilizada para un desarrollo económico desigual: para uno es todo, para otros nada.

Retrocediendo en el tiempo encontramos que uno de los fundamentos teóricos en el inicio del periodo de la modernidad se basó en que el hombre es malo por naturaleza y que necesita un control (hoy algunos siguen sosteniendo este concepto). Precisamente esto da origen al contrato social, sobre el cual se impone un “orden y control” sobre la sociedad para evitar la lucha de “todos contra todos”. 

El “contrato social” nace en la Edad Moderna (siglos XVII-XVIII) como teoría laica y racional que sustituye la idea medieval de un poder “natural” o “divino” por la de un pacto voluntario entre individuos libres. Desplaza la legitimidad del “orden natural/divino” al “acuerdo humano”, sentando las bases del Estado moderno, la constitución escrita y la soberanía popular.

Según la definición clásica: “La secularización desplaza a la religión del espacio público al privado. Funda el Estado moderno laico y una ciudadanía igualitaria sin distinción de credos”. Esta definición clásica de la secularización se ha rebatido. En verdad es el comienzo del dominio del capital a través del protagonismo exponencial del dinero como poder supremo que desde ese momento sigue reinando hasta nuestros días.

Lo que ha hecho históricamente el sistema capitalista es tomar para sí todo lo que sea útil para extender su poder. Tiene la facultad de apropiarse de lo que aparece, distorsionarlo y republicarlo con el fin de seguir expandiéndose. Tenemos varios ejemplos en los últimos decenios. En la lucha por preservar el medio ambiente, muchas empresas de los países más desarrollados financian indirectamente a Greenpeace para que “distraiga” a la opinión pública de la responsabilidad del capitalismo en la crisis ecológica. Existen análisis críticos y acusaciones que sostienen que Greenpeace, al enfocarse en la responsabilidad individual y en campañas contra empresas específicas, termina desviando la atención del sistema capitalista como estructura causante del desastre ecológico.

El artilugio es simple: hacer campañas contra corporaciones, pero ignorar al sistema que dio origen al mismo. Por ejemplo: Greenpeace ha liderado denuncias muy duras contra gigantes como Shell, Exxon o Monsanto (ahora Bayer la adquirió en año 2018)). Sin embargo, no cuestiona la lógica del sistema capitalista en su conjunto, sino que demanda que las empresas “paguen por los daños” o que los gobiernos impongan impuestos a los contaminadores.

Otra reivindicación capturada por el capitalismo es el feminismo, absorbido por el mercado. Citemos el caso más importante: la falsa emancipación de la mujer frente al “hombre proveedor”. Pasa del “salario familiar” al “doble turno” sin aumento de sueldo, legitimando la entrada masiva de mujeres al mercado laboral con salarios más bajos y sin reducir sus tareas domésticas. Resultado: más horas de trabajo por familia, mismo o menor ingreso real y un nuevo ideal vendido como “empoderamiento”.

El patriarcado, que en occidente tuvo su apogeo en la cristiandad, se va trasmutando a través de las distintas etapas del desarrollo de esa Europa expansiva que, en un primer momento, con la era del capitalismo industrial pasa a instrumentar el trabajo invisible: el trabajo en el hogar para que el hombre pudiera cumplir la jornada en la fábrica. Su trabajo no se pagaba.

Los medios de comunicación obedecen al principio de responsabilizar al ser humano por la destrucción del mundo. De esta manera nos hacen sentir culpables. El responsable es el sistema que captura a los humanos y da comienzo a la modernidad. Utilizó y utiliza todos los adelantos y descubrimientos para acentuar la explotación de todo lo que tiene a su alrededor con fines económicos. Este sistema nunca tuvo en cuenta a la naturaleza ni a las personas; es así como llegamos a este punto, del cual dicen que no hay retorno, y señalan al humano como incorregible.

Se ha llegado al extremo de que ganar dinero justifica todo, transformándose en un fin en sí mismo, hasta el punto de que no importa inmolarse persiguiendo el dinero, sino seguir acumulando riquezas.

Vaticinan la catástrofe en películas de ciencia ficción como Mad Max y otras, en las cuales hay una crisis que termina con la humanidad en el planeta y solo sobreviven algunos, estos luchan uno contra el otro por la vida El principio de la modernidad es el que sostiene que sobrevive el más fuerte.

En la actualidad no hay un único “peligro” que Occidente agite, sino un menú variable que se ajusta al contexto geopolítico y económico. A todo esto, en el horizonte están asomando alternativas que el mundo occidental describe como una amenaza: la “amenaza sistémica” de China a través de DeepSeek, Huawei, TikTok, CIPS, yuan digital, etc. que se presentan como una influencia tecnológica, financiera e informativa que desafía el liderazgo de EE. UU. y la UE.

Cuando se habla de tecno-feudalismo y del sometimiento a los móviles celulares, no se menciona la alternativa de hacer uso de los mismos con otros fines que no sean los de Occidente. Por tal razón se habla de una disrupción tecnológica incontrolada: IA generativa (DeepSeek, ChatGPT). En verdad esto es visto como un “caballo de Troya” que puede socavar ventajas occidentales o ser usada para “desinformación masiva”. Así se esconden las consecuencias enumeradas en un principio, respecto a la responsabilidad del sistema capitalista en su desarrollo. Ahora se lo llama de distintas formas: tecno feudalismo, era virtual, pos verdad, etc.

El punto no es oponerse a la ciencia y a la técnica, sino como se hace uso de ella. ¿Preguntémonos porque, si en oriente se desarrolló primero no causo los mismos efectos que en occidente? Hay muchas razones, nombraremos las más importantes: en el proceso de apropiación de inventos que se habían creado en Oriente siglos antes están la Brújula, la pólvora, la imprenta, la vela latina, el timón de popa, etc. inventados o perfeccionados en China, India, mundo islámico entre los siglos V y XV.  Esto hizo la navegación oceánica posible, gracias a brújula, astrolabio (instrumento astronómico de cálculo y medición). Posteriormente comienza el desarrollo industrial con máquinas de vapor, telares mecánicos y acero, todo de origen oriental. Tiempo más tarde Asia pierde el control de sus propios inventos y termina comprando versiones europeas de sus propias  creaciones.

Volviendo al presente podemos decir que los grupos que están ligados al sistema tecno-financiero occidental tienen claro que la mayor amenaza para el neoliberalismo es el ascenso de los BRICS, el uso de monedas alternativas al dólar y la “reorganización del Sur Global” que pueden causar “fracturas profundas y persistentes” en el orden mundial dominado por Occidente. Se habla de fragmentación del orden global y “multipolaridad”, esto está en curso y da lugar a una luz de esperanza en un futuro cercano, pues los ciclos históricos son cada vez más cortos gracias a los adelantos de la ciencia y la técnica.

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