El director
del Servicio de Inteligencia Exterior ruso, Sergei Yevgenyevich Naryshkin,
afirmó que, en el actual contexto de confrontación mundial, se está librando
una "feroz lucha por el derecho a determinar los contornos y las
reglas" entre los principales centros de poder globales y regionales.
Agregó que "nuestra tarea común, y quizás la más importante, es garantizar
que la adaptación a la nueva realidad se produzca sin una guerra a gran escala,
como ha ocurrido en períodos históricos anteriores".
Estas declaraciones dan testimonio de la compleja situación global, que guarda similitud con otros períodos prebélicos en los que existían grandes diferencias entre imperios por repartirse las riquezas del mundo, como fueron la Guerra de los Treinta Años (siglo XVII), la Primera Guerra Mundial en 1914 y la Segunda, que comenzó en 1939.
El rasgo distintivo del momento actual es la disyuntiva planteada por el surgimiento de los BRICS. A partir de 2009, este bloque tiene la particularidad de no encajar en la cosmovisión ni en el concepto de desarrollo de Occidente. Para este último, la expansión de los BRICS representa un desafío a su dominio sobre los demás países, principalmente sobre el Hemisferio Sur. Este mismo factor desencadenó las confrontaciones anteriores. Occidente mantiene una mentalidad dualista de países centrales y periféricos, se considera el centro del mundo y cree que el crecimiento de otras naciones se debe a que adoptan su modelo de desarrollo a través de la ciencia y la técnica que ellos implementaron. Siguen sosteniendo la dicotomía "civilización o barbarie", lo cual se comprueba con la estigmatización del pueblo ruso en los últimos años, llegando al punto de expulsar a representantes de su cultura y prohibir a clásicos como Dostoyevski.
Sin embargo, esta confrontación es distinta porque no es interimperialista. No se trata solo de un enfrentamiento por riquezas materiales, sino que lo que está en juego es una manera distinta de pensar el mundo. Para ello, es necesario tener una visión que respete distintas formas de vida y desarrollo. El problema radica en que esto requiere terminar con una visión egocéntrica que anula al otro. Los BRICS se enfrentan al egocentrismo europeo, mientras que Occidente piensa que aquéllos quieren destruirlo. Pero en realidad, no es así. Esta es la única manera de entender la locura de Europa de querer llegar a una guerra con Rusia: le adjudican a Moscú sus propias intenciones, creyendo que Rusia quiere someterlos porque ellos han actuado así históricamente. Esto no es más que una proyección de lo que Europa ha hecho con sus colonias; como dice el refrán, "el ladrón cree que todos son de su misma condición". Un psicoanalista diría que los europeos proyectan su propia locura sobre los rusos.
En el Sur y en Oriente ha resurgido una forma de desarrollar la sociedad distinta a la modernidad occidental, basada en relacionarse con otros pueblos sin someterlos y en mejorar las condiciones de vida administrando de manera comunitaria los bienes y servicios. En esto se basa el fenómeno chino, que ha tenido un notable éxito hasta el momento.
Cabe señalar que esta confrontación obedece al decaimiento de un sistema que nació en 1492 con la expansión primero de Europa y luego continuada por Estados Unidos en el siglo XX. La diferencia respecto de luchas anteriores contra los imperios es que hoy lo que se enfrenta a Occidente es un bloque de países que ha logrado un desarrollo manteniendo un equilibrio económico sin desestabilizar a su población (como es el caso más destacado de China). Esta característica ha dado una mayor participación a la población en un crecimiento exponencial, como se ve en el país de Oriente. Podría arriesgarse que esto se debe a que sus pobladores no se sienten explotados y se respetan sus modos de vida. Lo que sí se puede comprobar es un mayor control sobre la concentración de riquezas y la especulación.
En síntesis, los BRICS no ven como enemigos a la población occidental ni a sus empresas; de hecho, buscan que éstas inviertan y produzcan en sus países bajo sus reglas. En cambio, Occidente ve a los BRICS como un peligro para su supervivencia, principalmente porque coadyuvan a la independencia y soberanía económica de los países del Sur.
Respecto a la Argentina, el sistema imperialista ha vuelto por medio de mecanismos electorales que no son plenamente democráticos, ya que sin la manipulación mediática no hubiera sido posible su triunfo, tanto en las pasadas elecciones presidenciales como en las recientes de medio término.
Otro propósito del sistema es minar al peronismo para que deje de ser un movimiento nacional que represente a los sectores de la sociedad inmunes a la propaganda oficial, y convertirlo en un partido político más, obediente al sistema patidocrático representativo y eurocéntrico.
Hay más consideraciones, pero creo que estas son las más destacadas.
Por último, una lectura acertada de estos condicionantes será el artífice de una táctica adecuada para acceder al poder y así neutralizar las fuerzas que impulsan gobiernos obedientes al imperialismo. Como lo decía Sun Tzu, el gran estratega y filósofo chino del siglo V a.C.: "La estrategia sin táctica es el camino más lento hacia la victoria; la táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota".
El director del Servicio de Inteligencia Exterior ruso, Sergei Yevgenyevich Naryshkin, afirmó que, en el actual contexto de confrontación mundial, se está librando una "feroz lucha por el derecho a determinar los contornos y las reglas" entre los principales centros de poder globales y regionales. Agregó que "nuestra tarea común, y quizás la más importante, es garantizar que la adaptación a la nueva realidad se produzca sin una guerra a gran escala, como ha ocurrido en períodos históricos anteriores".
Estas declaraciones dan testimonio de la compleja situación global, que guarda similitud con otros períodos prebélicos en los que existían grandes diferencias entre imperios por repartirse las riquezas del mundo, como fueron la Guerra de los Treinta Años (siglo XVII), la Primera Guerra Mundial en 1914 y la Segunda, que comenzó en 1939.
El rasgo distintivo del momento actual es la disyuntiva planteada por el surgimiento de los BRICS. A partir de 2009, este bloque tiene la particularidad de no encajar en la cosmovisión ni en el concepto de desarrollo de Occidente. Para este último, la expansión de los BRICS representa un desafío a su dominio sobre los demás países, principalmente sobre el Hemisferio Sur. Este mismo factor desencadenó las confrontaciones anteriores. Occidente mantiene una mentalidad dualista de países centrales y periféricos, se considera el centro del mundo y cree que el crecimiento de otras naciones se debe a que adoptan su modelo de desarrollo a través de la ciencia y la técnica que ellos implementaron. Siguen sosteniendo la dicotomía "civilización o barbarie", lo cual se comprueba con la estigmatización del pueblo ruso en los últimos años, llegando al punto de expulsar a representantes de su cultura y prohibir a clásicos como Dostoyevski.
Sin embargo, esta confrontación es distinta porque no es interimperialista. No se trata solo de un enfrentamiento por riquezas materiales, sino que lo que está en juego es una manera distinta de pensar el mundo. Para ello, es necesario tener una visión que respete distintas formas de vida y desarrollo. El problema radica en que esto requiere terminar con una visión egocéntrica que anula al otro. Los BRICS se enfrentan al egocentrismo europeo, mientras que Occidente piensa que aquéllos quieren destruirlo. Pero en realidad, no es así. Esta es la única manera de entender la locura de Europa de querer llegar a una guerra con Rusia: le adjudican a Moscú sus propias intenciones, creyendo que Rusia quiere someterlos porque ellos han actuado así históricamente. Esto no es más que una proyección de lo que Europa ha hecho con sus colonias; como dice el refrán, "el ladrón cree que todos son de su misma condición". Un psicoanalista diría que los europeos proyectan su propia locura sobre los rusos.
En el Sur y en Oriente ha resurgido una forma de desarrollar la sociedad distinta a la modernidad occidental, basada en relacionarse con otros pueblos sin someterlos y en mejorar las condiciones de vida administrando de manera comunitaria los bienes y servicios. En esto se basa el fenómeno chino, que ha tenido un notable éxito hasta el momento.
Cabe señalar que esta confrontación obedece al decaimiento de un sistema que nació en 1492 con la expansión primero de Europa y luego continuada por Estados Unidos en el siglo XX. La diferencia respecto de luchas anteriores contra los imperios es que hoy lo que se enfrenta a Occidente es un bloque de países que ha logrado un desarrollo manteniendo un equilibrio económico sin desestabilizar a su población (como es el caso más destacado de China). Esta característica ha dado una mayor participación a la población en un crecimiento exponencial, como se ve en el país de Oriente. Podría arriesgarse que esto se debe a que sus pobladores no se sienten explotados y se respetan sus modos de vida. Lo que sí se puede comprobar es un mayor control sobre la concentración de riquezas y la especulación.
En síntesis, los BRICS no ven como enemigos a la población occidental ni a sus empresas; de hecho, buscan que éstas inviertan y produzcan en sus países bajo sus reglas. En cambio, Occidente ve a los BRICS como un peligro para su supervivencia, principalmente porque coadyuvan a la independencia y soberanía económica de los países del Sur.
Respecto a la Argentina, el sistema imperialista ha vuelto por medio de mecanismos electorales que no son plenamente democráticos, ya que sin la manipulación mediática no hubiera sido posible su triunfo, tanto en las pasadas elecciones presidenciales como en las recientes de medio término.
Otro propósito del sistema es minar al peronismo para que deje de ser un movimiento nacional que represente a los sectores de la sociedad inmunes a la propaganda oficial, y convertirlo en un partido político más, obediente al sistema patidocrático representativo y eurocéntrico.
Hay más consideraciones, pero creo que estas son las más destacadas.
Por último, una lectura acertada de estos condicionantes será el artífice de una táctica adecuada para acceder al poder y así neutralizar las fuerzas que impulsan gobiernos obedientes al imperialismo. Como lo decía Sun Tzu, el gran estratega y filósofo chino del siglo V a.C.: "La estrategia sin táctica es el camino más lento hacia la victoria; la táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota".
#Geopolitica #BRICS #NuevoOrdenMundial #TransicionHegemonica #ConflictoGlobal


No hay comentarios:
Publicar un comentario