CORRIENTE CAUSA POPULAR

Pte de la Mesa de Conduccion de la C.C.P
Pacto electoral o Frente nacional
“Ni vencedores ni vencidos”
(Gral. Lonardi, 22 de septiembre de 1955)
¿Que me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país en libertad, si por el contrario se me oprime? ¡Libertad! Para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque cuatro ambiciosos se les antoja... ¡Libertad! Para que el dolo y la mala fe encuentren una completa impunidad.
Maldita sea tal libertad, no será hijo de mi Madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona.
El hombre que establezca el orden en nuestra patria, sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el solo que merecerá el noble titulo de libertador.
Carta a Guido 1º de febrero de 1834-General José de San Martín.
INTRODUCCIÓN
La Izquierda Nacional, heredera de su precursor Jorge Abelardo Ramos y de otros grandes compañeros como Alberto Guerberof, Alfredo Terzaga, Jorge Enea Spilimbergo, Fernando Manuel Carpio, Blas Alberti, Ana María Giacosa, Juan Carlos Bertinci, Marcelo Palero, el Teniente Jorge Bavio, Osvaldo Pérez, Meri Arriaga, Pericles Dentesano, Norberto Acerbi, Carlos Meloni, Carlos Quiroz, Oscar Tarragó, Augusto Alvarado, sin olvidar a los caídos durante los negros años de la dictadura cívico-militar: Nora Peretti, Gustavo Gallardo y Carlos Llerena Rosas y compuesta por militantes del socialismo bolivariano, de raíz nacional e iberoamericana, del nacionalismo popular argentino y del socialcristianismo ha sido y es pionera de la reivindicación de la integración económica, social, cultural y política de los países latinoamericanos, como única manera de plantarse en un pie de igualdad ante las grandes potencias y terminar definitivamente con el atraso y subdesarrollo estructural de los países de la región.
Sostenida en este concepto que la define, Causa Popular manifiesta su posición política ante el embate de las fuerzas antinacionales contra el gobierno popular de Cristina Kirchner.
La cruzada antinacional iniciada a partir del 11 de marzo de 2008 contra el proyecto de retenciones móviles de Cristina Fernández, y que perdura bajo otras formas, nos remite a los momentos más críticos y dramáticos de la vida política argentina. Situaciones similares han debilitado la ejecución del programa de reivindicaciones nacionales hasta la parálisis, e inclusive, provocado la caída de gobiernos populares.
Vuelven a repetirse episodios con los actores del pasado, aunque algunos, en ambos bandos, han sufrido transformaciones que los hace irreconocibles o han crecido o decrecido en el poder.
El conjunto de las fuerzas antipopulares y proimperialistas se agrupa envalentonado bajo nuevas formas políticas.
Pasan de la defensiva a la ofensiva, ganan espacios de poder y el gobierno popular se debilita.
En consecuencia, es imprescindible fortalecer el Frente Nacional con nuevos participantes, que surjan de las políticas específicas capaces de desarrollarse en el campo popular hacia los vastos sectores de clase media que hoy escuchan la prédica mediática de las corporaciones de la información en todas sus formas y contenidos.
No debe olvidarse que una parte importante de estas clases medias garantizaron con su voto el triunfo popular de octubre de 2007.
DERROTAS Y VICTORIAS DESDE MALVINAS
El Movimiento Nacional, a través de su historia, solamente ha llegado a gobernar y a hacer tambalear el poder del bloque oligárquico, a través del voto popular. La fuerza de su legitimidad surgió del sufragio y en él, a su vez, se demostró la debilidad congénita del liberalismo, que no pudo nunca compatibilizar la libertad política con la libertad económica para mantener en forma permanente la situación de privilegio derivada del sometimiento semicolonial.
Pero también es verdad que el Frente Nacional, en sus intentos democráticos de acceso al gobierno, ha sufrido reveses de características diferentes, de gran profundidad e impacto, como el que se produjo en 1983 con la derrota de Luder en manos del frente antinacional y liberal que lideraba nominalmente Alfonsín.
Eran las elecciones de la retirada de la Dictadura liberal-oligárquica, a las que se llegó más por la derrota de Malvinas que por las luchas populares, con el beneplácito del establishment internacional que desconfió de los jefes militares que hasta el 2 de abril habían apoyado sin restricciones.
En aquel hecho, la quema del cajón en la Avenida 9 de julio por parte de Herminio Iglesias fue la causa superficial, pero no totalmente errónea, de quiebre y pérdida de apoyo de parte de las clases medias. Solo imaginar a un Presidente rodeado por los dirigentes sindicales alejó a estos sectores del candidato popular. Y tanto golpeó en aquella oportunidad la derrota al peronismo que hasta cayó derrotado en la Provincia de Buenos Aires.
Una situación similar volvió a producirse en el triunfo sobre Duhalde que De la Rúa obtiene, sin pronunciar una palabra, exposición pública o discurso alguno.
Por una parte, una tímida promesa por parte del candidato justicialista, de cuestionar la legitimidad de la deuda externa y su herramienta fundamental, la convertibilidad, fue el factor esencial de naufragio de la tibia propuesta popular en manos de las clases medias que no toleraban el cambio del status quo.
Por otra, la primera defección electoral interna en el peronismo, cuando el presidente todavía en funciones, Carlos Menem, boicotea al candidato de su partido y promueve secretamente el voto del candidato de la Alianza.
Estas derrotas populares de 1983 a 1998, en gran medida producto de la derrota en la histórica Gesta de Malvinas y de la formidable campaña desmalvinizadora que comenzó en el último tramo de la dictadura, se profundizó con Alfonsín y se cerró con la claudicación de Menem y sus relaciones carnales, tuvieron diferentes actores en las mismas fuerzas políticas que representaron exactamente los mismos papeles. Pianta votos, traidores, oportunistas agazapados, se pegaron como ventosas al torpe gigante para obtener el premio de la intendencia, la gobernación y la banca.
En el otro riel, el triunfo de Carlos Menem, que transformó la gran victoria popular de 1989 en una gran derrota, traicionando el mandato del pueblo e inaugurando un proceso neo liberal audaz, perverso y salvaje.
Los gobiernos de la década pasada no estaban solos. Su soledad latinoamericana la combatían con sus amigos del norte, a través de “las relaciones carnales” y el verde de los campos de golf, donde Menem recibía los consejos desinteresados de Bush padre.
“El Consenso de Washington” imponía a escala global el modelo neoliberal requerido por el poder financiero internacional.
El nuevo orden “natural”, con un mercado comercial global, fracasó y los globalizadores tuvieron que acudir a las bombas donde hiciese falta e invasiones militares, tan siniestras como las ideológicas y culturales, en el afán de controlar militarmente el planeta.
Pero la globalización no salvó la división entre países dominantes y expoliadores y países coloniales o semicoloniales y por el contrario, las asimetrías se profundizaron. Si la burocracia soviética y su capitalismo de Estado fracasaron, el imperialismo, creyendo que gobernaba sin limitaciones, nada resolvió y sólo profundizó la inequidad e indignidad en la que sobreviven miles de millones de pobres y excluidos de todo el mundo. Y entonces “el topo de la historia”, a pesar de los presagios en contra, siguió su curso.
Un papel fundamental en el ahondamiento de la desigualdad la jugó el sistema financiero internacional a favor de la aceleración de los procesos de endeudamiento externo de los países periféricos y de fuga de capitales de estos hacia los países centrales.
En Argentina, el tridente compuesto por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Club de París imponía las recetas de apertura comercial con bajo arancel para los productos industriales que enviaban los países centrales y subsidios y trabas para los productos agrícolas con que empobrecía aun más a los países periféricos.
La ofensiva imperialista se completaba con las escandalosas privatizaciones de los servicios públicos, poniendo en el control de los recursos naturales estratégicos a los monopolios colonizadores.
La década neoliberal puso fin a lo que quedaba en pie de la estructura económica construida por el primer peronismo. La plena ocupación y la justicia social habían resultado banderas del pasado y para entrar al Primer Mundo nos bastaba con ser desocupados, precarizados o flexibilizados.
El resultado fue una Argentina postrada, un Estado devastado y corroído por el liberalismo, el Banco Central en bancarrota, con miles de desocupados y la industria quebrada igual que gran parte de los medianos y pequeños productores rurales que cosecharon juicios impulsados por sus actuales aliados de la Sociedad Rural, que sólo podían pagar con la tierra.
Triunfo y derrota, el mismo resultado, ambos convergiendo hacia el resultado procurado desde marzo de 1976, consistente en llevar al máximo posible, sin límites, la exacción de recursos más cruel sufrida por la Argentina.
LA REVOLUCIÓN ESPONTÁNEA
La profundización de saqueo y disolución nacional por parte del capital financiero internacional y sus fuerzas de choque locales, casi lógico, previsible, se acentuaba día a día aunque contradictoriamente significaba su fin.
Veintiséis años de neoliberalismo sumergieron al país en la peor crisis de su historia, dejando sin herramientas de corrección a sus creadores, víctimas de su propia voracidad.
No imaginaron que los desposeídos de todo, los “autoconvocados” del partido de la desesperación y la indignación popular, propusieran en diciembre de 2001 una pueblada nunca vista, concreta, sin líder en quien depositar la bandera de sus reivindicaciones, pero con una decisión de cambio profundo nunca conocidas.
Una nueva era de avances sociales comenzó a partir de aquel mes y se ha mantenido hasta nuestros días.
El justicialismo volvió en 2003 al campo de batalla electoral que bien conoce, cargando las heridas no cicatrizadas de la división, con un espectro político variopinto que iba desde la claudicación total, pasando por el oportunismo, hasta la posición más progresiva y congruente con sus orígenes. Esta última, la de Nestor Kirchner fue la que triunfó, aunque con un discreto apoyo electoral y fue finalmente convalidada, casi plebiscitada, en octubre de 2007.
Debemos destacar que el Partido Justicialista, fruto de la crisis que envolvió a todos los aparatos partidarios, hace muchos años que se desentendió de las banderas que le dieron origen y que constituyen el verdadero legado del Gral. Perón. Como institución no existe para los fines que la revolución nacional exige. Pero existe el peronismo en el pueblo corriente, en los trabajadores, en la clase media modesta y en el deseo profundo de no renunciar a las postulaciones que nos dejaron Evita y Perón. La incógnita es ¿Podrá el peronismo reconquistar al PJ ?.
Causa Popular sostuvo que Néstor Kirchner asumía la primera magistratura como “un presidente sin partido de una nación sin estado”. Y se comenzó a transitar una senda nacional y popular que en grandes líneas se traducía en la limitación a la voracidad de la avarienta burguesía comercial-exportadora, el congelamiento de las tarifas de las privatizadas que habían fugado sus enormes ganancias durante la convertibilidad, el aumento de las retenciones a las exportaciones agrícolas y energéticas, la autonomía frente al FMI, la postulación de una nación sudamericana como objetivo estratégico, la decisión de aplicar la doble indemnización para detener más despidos, la reimplantación de las leyes que amparan a los trabajadores y la formalización de cientos de miles de empleos, la política de derechos humanos, la consideración de habitantes con todos sus derechos de millones de inmigrantes de países hermanos que llegaran a la Argentina huyendo de una miseria mucho más aguda. la recuperación de parte de las empresas públicas enajenadas por el menemismo, la puesta en marcha, aunque lenta, de una justicia social distributiva y reparadora y de una regulación estatal que apunta a la reindustrialización del país en un marco de soberanía.
La presidencia de Kirchner presentó un peronismo aparentemente distinto, que intentaba limitar sus conexiones con su pasado.
La “desperonización”, basada en los sectores claudicantes fue un desafío. Está claro que Kirchner entendía que el concepto del viejo líder de sumar clases sociales y sus organizaciones a través de sus referentes había perdido sentido, que solo descubría en su movimiento las caras de la defección.
Por lo tanto, intentó sumar nuevas fuerzas y sectores a su movimiento, recurriendo, con excepciones destacadas, a los náufragos del hundimiento radical golpista de Balbín y Alfonsín, al juanbejustismo, a la llamada izquierda peronista, convocándolos a cambio de un objetivo nacional común, que por la debilidad y oportunismo de los convocados, se redujo a un mero frente electoral para sumar votos y obtener un espacio de poder en el aparato del Estado. Al mismo tiempo, no se afirmaba decididamente en el movimiento obrero, y seguía castigando a las fuerzas armadas, por su incomprensión de no reconocer que en el ejército está representada la clase media con todos sus matices y caracteres y que esa composición es la que explica en Argentina y en América latina el ejército a veces asumió el papel de restaurador del statu quo oligárquico-imperialista y en otras acompañó a los gobiernos populares y hasta los ha encabezado.
¿Cómo participaron en este proceso de recuperación y crecimiento inédito argentino, las clases sociales? ¿Como se comportaron esas clases sociales oscilantes que entran y salen del frente nacional de acuerdo a sus intereses inmediatos y a las influencias culturales que recibe de la oligarquía agraria-financiera como clase realizada y dominante ?.
Desde 2002, las políticas de protección a la industria nacional, de estímulo a la creación de empleo y protección del existente, provocaron que la clase obrera y los asalariados en general se hicieran presentes con participación activa y progresiva en las decisiones nacionales. Simplemente porque el trabajo organizado y sus organizaciones crecieron numéricamente, aumentando el empleo, obteniendo remuneraciones más justas, combatiendo el trabajo precario y recuperando las conquistas perdidas.
El pobrerío comenzó a ser reivindicado por la vía del comienzo del proceso de transferencia de resultados de la renta diferencial agraria hacia el Estado.
Los dueños de la tierra de las provincias de producción agrícola, grandes, medianos y pequeños, los arrendatarios sojeros y sus asociados de la cadena agro-exportadora, a pesar de las retenciones que aumentaban, veían que sus resultados se multiplicaban por efecto de los altos precios alcanzados por los productos agrarios básicos. Sin embargo, se organizaban para responder al gobierno popular en el momento que les fuera propicio.
Nuevamente la burguesía nacional vio como sin reinvertir pasaba de la quiebra de hecho a una situación de prosperidad y ganancias como no había vivido desde el primer gobierno del General Perón.
La clase media, luego de la debacle de 2001, fue la primera que comenzó el proceso de recuperación de su posición social. El resurgimiento de las fuerzas productivas la llevó prácticamente a alcanzar el pleno empleo, abandonando rápidamente el cacerolazo y el “que se vayan todos”.
OCTUBRE DE 2007 A AGOSTO DE 2008
Enfrentamientos menores como el iniciado formalmente el 11 de marzo de 2008 entre el campo antinacional y uno de los escasos gobiernos populares de la historia argentina, han desembocado, en otros tiempos, en la caída de esos gobiernos legítimos, especialmente cuando se ha producido una derrota popular de la magnitud y características de la registrada con la votación en el Senado de la Resolución 125.
La inexistencia de sectores beligerantes organizados en el seno de las fuerzas armadas que apoyaran a la reacción oligárquica, ha permitido este frágil armisticio, posibilitando que el gobierno de Cristina Fernández no haya sido herido más profundamente.
No es la valentía, cobardía o venalidad de algún senador, valores por cierto no políticos, lo que define lo que parece un juego de azar más que una derrota política. Y tampoco explica los valores políticos como el oportunismo o claudicación de otros, o la bufonada del vicepresidente al justificar con su voto, su paso a la historia grande del mitrismo por su puerta más pequeña.
No puede reducirse un proceso de movilización como el vivido por la reacción popular de julio y agosto a votaciones positivas o negativas en un congreso de enemigos o vacilantes representantes de la voluntad popular.
No, el pueblo argentino no se lo merece. Hay mucho más.
Esta, que ha sido una batalla fundamental, ha tenido nuevamente parte de los actores de los últimos treinta años, pero con papeles y circunstancias diferentes.
LA UNION DEMOCRATICA QUE RAMOS DEFINIO
Estamos viviendo Revolución y Contrarrevolución en la Argentina en una película acelerada en la que nos cuesta repasar los actores y fijar sus papeles.
Es una clase magistral transparente, nadie podría escribir un guión tan claro, educativo, casi maniqueo: La Unión Democrática, como la describió Ramos, impecable, con las clases sociales dominantes, sus agentes, su prensa y fuerzas. No ha faltado nadie a la cita y hay nuevos invitados:
Los sectores agropecuarios, luego de su recuperación económica, comienzan a conspirar contra el gobierno de Néstor Kirchner.
Parte de ellos, de conducta rentística desde sus orígenes, sumaron a pequeños propietarios, ocho años antes productores quebrados, alquilando sus campos y sumándolos a la fiesta que brindan los precios de los “commodities” agrarios.
De esta manera, la Pampa gringa finaliza el proceso iniciado a comienzos del siglo pasado, aceptando mansamente las directivas de la Sociedad Rural.
El nuevo sector improductivo se siente poderoso, sus miembros se consideran pequeños estancieros, que imitan las conductas de las clases dominantes. Y hasta parece, falsamente, que se dirige contra sus propios intereses, vista la reducción de retenciones que le proporcionaban las modificaciones de la Cámara de Diputados a la Resolución 125. Por ello, ante la baja reciente de los precios agrícolas, pretenden reducir las retenciones fijas, exportar libremente la magra producción de carne y leche sin importar el precio que los argentinos debamos pagar por esos productos.
En ciertas ocasiones, quien le alquila la tierra es el “pool” o la sociedad de hecho que forman comerciantes y profesionales del pueblo vecino, solidarios tanto con el propietario como con los acopiadores. No estamos ante el tipo perfecto de aristócrata oligárquico, ni del terrateniente ni del abogado de empresas extranjeras, pero hacen suyas las inclinaciones y preferencias de la vieja oligarquía. Esa base social rural que hoy juega otros roles y que tenían en el pasado intereses encontrados y eran representados por distintas entidades, hoy están unidos. No sólo por la suma de intereses trenzados, como hemos visto, sino por la incapacidad del gobierno para advertir el nuevo fenómeno, lo que lo llevó a un manejo poco feliz del conflicto. Emblocó a los distintos sectores. Entonces, el resultado en el Senado no pudo ser otro.
Pero los grandes pools de siembra no viven en el campo. Son grandes empresas que tienen su habitat en Puerto Madero e incluso en el exterior. Son, junto a los grandes exportadores de granos como Cargill y Bunge, los verdaderos ganadores en la batalla por la resolución 125.
El Capital financiero, que intenta volver a los años cuando el Banco Central garantizaba ganancias extraordinarias a los capitales golondrinas con la garantía de un tesoro exhausto y magro. El mismo de los fondos salvajes que apoya a Domingo Cavallo, en el momento que decide incendiar la República con la entrega de los últimos recursos disponibles.
El Capital Financiero, en especial los tenedores de bonos, que es castigado por el gobierno soberano de Néstor Kirchner al enfrentar e imponer las condiciones de pago en una negociación de la deuda externa que ya Ramos, casi treinta años atrás, calificaba de impagable. Cierto es, que los Bancos sobrevivientes a la crisis del 2001 aun existen, e intentan continuar con su estrategia usurera y la política de crédito caro, para quedarse, como antes, con la “libra de carne” del reparto semicolonial.
Capital financiero como nunca íntimamente ligado a los grandes grupos exportadores de productos primarios básicos, que predice a través de consultores y expertos serios y responsables económicos de las consultoras de Wall Street, Londres o el mismo Banco de España cataclismos inimaginables en nuestro país, mientras sus sirvientes locales, consultores y analistas, como los llama el mundo mediático parecen desconocer la crisis más grave desde 1930 de los países capitalistas centrales.
Los propios pueblos y pobres, que los tienen, de los países dominantes, no tuvieron la fortuna de ser advertidos, que el riesgo del futuro argentino que predicen no lo hayan aplicado en la crisis que en sus países generan los mismos capitales financieros, salvajes o no, inversores serios según la expresión mediática, que dicen Argentina ahuyenta.
La vetusta partidocracia y el neoliberalismo con voz peronista, responsables de la destrucción del aparato productivo nacional, resurgen con ropaje nuevo, prestado por los Señores de la Pampa húmeda.
Y la infaltable izquierda que renace fogoneada con biocombustible, ultra o prudente, que cita a Jauretche con fondo de banderas rojas izadas sobre las cosechadoras.
Hasta sindicatos amarillos a través del travestismo político han dicho presente en la Unión del Espanto, que poco han conseguido, que mucho han provocado con su actitud, incorporando la pátina gremial que el frente antinacional necesita.
No podía faltar a la cita, era imprescindible, el agitador intelectual, el propagandista, el vocero del frente antinacional, el provocador o sea la casi perfecta máquina propagandística.
Nunca tan ajustadamente organizada, sin fisuras o voces discordantes, mucho más poderosa e influyente que nunca, con todos los medios a su disposición, especialmente la televisión.
Predicamento mediático que llega hasta los sectores medios de menores recursos, con la participación activa de la alta clase media en las calles de las ciudades argentinas.
Los medios masivos de difusión, desnacionalizados en la década de los ’90, fueron y son correa de transmisión de valores culturales extranacionales y generalmente, también antinacionales, habiendo desplazado a la escuela en la educación de niños y adolescentes.
Resulta necesario reflexionar sobre este complejo factor de poder y de colonización ideológica, deformación mental y alineación psicológica que, hoy por hoy, se constituyen en la columna vertebral del aparato cultural oligárquico-imperialista y de la contraofensiva neoliberal, jugando un papel decisivo durante la confabulación agrario-mediática.
Y las fuerzas nacionales condicionales: La burguesía nacional, comercial e industrial, que pierde protagonismo e influencia por su reformulación como clase social ante la pérdida de control de su propia estructura independiente, producto de la asociación o venta directa de su patrimonio productivo al capital extranjero, inclusive latinoamericano. Sin embargo, debido al control momentáneo de las organizaciones empresariales por parte de los sectores nacionales medios y pequeños, acompaña, no sin fisuras, el programa básico de crecimiento que el gobierno de Fernández impulsa.
Una clase media recuperada en general de su crisis del pasado reciente, controlada momentáneamente por la política oligárquica, financiera y rentística a través de su expresión mediática difunde con una solidez nunca vista, no solamente con los exabruptos de los saltimbanquis de la ruta 14, si no con las voces autorizadísimas de las llamadas calificadoras de riesgo, descalificadas por la historia de los últimos meses para descubrir sus propias crisis
Ofensiva de la inteligencia servil que no tuvo respuesta del gobierno, quizás otro error táctico a sumar.
Afortunadamente, el sector universitario, otrora el más dinámico de la clase media, normalmente enfrentado con los gobiernos populares, estuvo prácticamente ausente, quizás para demostrar nuevamente la absoluta falta de influencia política que ha ejercido en cualquier sentido en la historia argentina de los últimos treinta años.
Y también el Movimiento Nacional. Como se ha mencionado, un Peronismo aparentemente distinto, que intentaba limitar sus conexiones con el pasado, buenas o malas, que acababa de invitar a los náufragos del hundimiento radical golpista de Balbín y Alfonsín a sumarse a sus filas sin condiciones públicas, que no se afirmaba decididamente con el movimiento obrero, y que sigue negando a las fuerzas armadas su papel indispensable en un gobierno popular, producto de conceptos no peronistas de ver en la condición militar un sector específico.
Con los trabajadores, aunque con pocos sindicatos realmente movilizados o con capacidad de movilizar, con la fuerza principal de los pobres y el pueblo espontáneo en la calle respondiendo al llamado a tres actos en tres meses, con nuevas fuerzas políticas de alto valor, con la compañía a regañadientes de la burguesía nacional renaciente y que al menos guarda silencio entre utilidades extraordinarias.
Movimiento Nacional que limpia de sí mismo, en una experiencia aunque dolorosa, a oportunistas y simuladores, que necesita redefinirse a sí mismo.
Movimiento Nacional con una jefa y o un jefe político, que muestran decisión y temple hasta límites que no se vivían desde la muerte del General Perón.
Frente Nacional que hoy no termina en las fronteras de Argentina sino que recién comienza. Porque las palabras obligadas y a veces huecas sobre la Unidad de Latinoamérica pronunciadas hasta hace pocos años, han salido de los libros de los que imaginaron la Patria Grande extendiéndose a una velocidad vertiginosa y van transformándose en realidad. Los gobiernos de Brasil, Venezuela y el acompañamiento de casi todos los otros países sudamericanos sostienen en gran parte, en direcciones de ida y vuelta, al gobierno argentino como a éste le ha tocado sostener al de Bolivia, en cuyo territorio la reacción oligárquica y latifundista se enfrenta militarmente a las fuerzas populares y revolucionarias de Evo Morales. Ante los hechos de Bolivia, se someten a prueba todas las reuniones, declaraciones, pactos y asociaciones que han propugnado en los últimos diez años la unidad latinoamericana.
HACIA EL FUTURO
La Contrarrevolución ha pasado de la fase conspirativa a la acción. Del repliegue a la ofensiva.
Intentará deslegitimar al gobierno y a sus logros, derribándolo si es necesario mediante un golpe formalmente democrático que desnaturalice la victoria popular de octubre de 2007, o al menos, inmovilizándolo de tal manera que pierda su carácter y destino para el que fue elegido.
El Gobierno popular, si desea enfrentar esta ofensiva, deberá profundizar su propuesta con claridad inequívoca de un país más justo, lo que significa definir las políticas de transferencia del sector que genera una renta diferencial extraordinaria hacia la producción industrial y al Estado, para ser volcado tal excedente en los proyectos estratégicos del MERCOSUR y en el desarrollo de tecnologías que amplíen y profundicen el crecimiento dentro del espacio nacional.
Inmediatamente debe definirse una política impositiva que recaude impuestos en donde hay mayores recursos, especialmente en aquellos sectores vinculados a la renta no productiva, no por coincidencia los mayores evasores, por lo que no debe abandonar la lucha que emprendió por la redistribución de la renta agraria extraordinaria.
Es esencial enviar al Congreso una Reforma Impositiva integral, que termine con el sistema regresivo de los Impuestos al Consumo o de peaje. Ello son rémoras del pensamiento neoliberal, que pone en cabeza del pueblo el financiamiento del Estado, liberando a los sectores plutocráticos de la responsabilidad social. El Impuesto a las Ganancias debe ser reformulado para evitar que se transforme en un impuesto al trabajo, haciendo desaparecer a la “tablita de Machinea” y al gravamen sobre la inflación que presiona a los sectores medios.
Si los más humildes pagan 21% de IVA antes de consumir el pan o la leche, el Estado debe ser implacable con los delincuentes impositivos, más aun si su capacidad de generar empleo está dada por salarios miserables en negro a peones que no tienen la mínima cobertura médica o seguridad en el trabajo.
Los gobiernos, los opositores, en general las fuerzas políticas de cualquier signo en América Latina, y especialmente Argentina, consideran que sus países viven una oportunidad histórica gracias a los precios de los productos primarios, razonamiento simple y peligroso que no se desarrolla en este documento.
Solamente debe señalarse que, independientemente de los factores que han provocado este saludable aumento de precios, como mayor demanda mundial, sequías, etc, el comercio mundial de estos productos no está controlado por los países productores, sino por las grandes corporaciones de alimentos con la consiguiente especulación que lo acompaña.
Es riesgoso considerar que los precios actuales de los productos agropecuarios y minerales primarios que el mundo semicolonial produce podrán mantenerse en el tiempo. Hay una gran parte de especulación financiera en la conformación de estos valores por parte de los mismos intereses que pueden transferir sus fondos hacia otros mercados y producir la baja de precios.
Los precios agrícolas de los años posteriores a la segunda guerra mundial permitieron al General Perón durante su primer gobierno transferir del sector primario al secundario grandes masas de dinero destinadas a la producción industrial intermedia y a alcanzar salarios y beneficios sociales que transformaron a la Argentina en uno de los países de mayor equilibrio social.
La caída de esos precios a partir de los comienzos de la década del 50, reduce notablemente este crecimiento, divide a las clases medias e inicia el proceso contrarrevolucionario que culmina en 1955.
En Latinoamérica, es el valor agregado a sus productos primarios agropecuarios y minerales el que permitirá un crecimiento sostenido de su economía. Para concretar este objetivo, el gobierno nacional debe actuar sin demoras.
La debilidad de la burguesía nacional y su comportamiento cultural pro-oligárquico y especulativo, hoy más que nunca obligan al estado a asumir el papel que dicha clase social no tiene.
Para continuar con el proceso de acumulación de capital propio, que existió, existe y existirá en nuestra estructura productiva, el Gobierno Nacional debe profundizar y no retroceder en la transferencia de la renta diferencial hacia los nuevos sectores dinámicos en integrados al MERCOSUR , así como asegurar el control de las “venas abiertas” que implica el manejo irrestricto del comercio exterior en manos de las corporaciones exportadoras y del capital financiero.
Son imprescindibles políticas proactivas que mantengan en el tiempo la transferencia de los recursos extraordinarios que se obtienen en el campo y la minería hacia los sectores estratégicos productivos, donde el Estado tiene un papel único en las decisiones sobre inversiones, especialmente aquellas aplicadas a las fuentes de energía autosuficientes, las comunicaciones, la industria alimenticia y la producción de bienes de capital, que debe controlar, desarrollar y usufructuar, y cuyas materias primas están en Sudamérica y sobre todo en Argentina.
El Estado debe garantizar, desde la recolección básica hasta la comercialización, si es necesario como fabricante y distribuidor, la entrega a los sectores populares de todos los alimentos y mercancías necesarias para mantener la salud y el nivel de vida que merecen. factores imprescindibles para recuperar su carácter ofensivo, combatiendo la especulación inflacionaria que promueve la política indiscriminada de exportación de bienes de consumo básicos. Los precios de estos productos deben estar basados en los costos internos, lo que incluye salarios y beneficios, y no estar condicionados por la demanda del mercado internacional.
Así como deben tomarse medidas para recuperar a las clases medias al proyecto de una Argentina más justa y sin exclusiones, deben fortalecerse los vínculos con la CGT y las fuerzas gremiales, estimulándose desde el Ministerio de Trabajo la mecánica de la paritaria permanente, sin techos ni condicionamientos previos, ya que este es el elemento más importante de negociación para mantener la recuperación salarial comenzada en 2003.
Las fuerzas armadas argentinas deben abandonar su papel de gendarme amable en Haití o cualquier parte del mundo y concentrarse en el desarrollo de la industria primaria autónoma, base de la verdadera defensa; concretando proyectos comunes con las fuerzas armadas de otros países latinoamericanos como Brasil, a través del proyecto del submarino nuclear y otros.
Es imperiosa la estructuración de un Estado moderno, empresario, productivo, que reemplace el modelo neoliberal de Estado pequeño e incapaz, soportado en la corrupción de consultoras y administradoras de la renta pública a través de la exacción de la misma.
La Argentina debe actualizar las medidas de protección a la pequeña y mediana industria manufacturera, expandiendo su capacidad a través del crédito accesible para el sector.
Argentina debe utilizar con los demás países hermanos sudamericanos la herramienta de la complementariedad económica: Tecnología agropecuaria proporcionada por el INTI y el INTA por hidrocarburos, ciencia e ingeniería nuclear por acero, satélites por aeronaves, alimentos con valor agregado por tecnología informática, es decir, el MERCOSUR ampliado, equilibrado, que el paladín del neoliberalismo económico, Domingo Cavallo, calificara simplemente de payasada.
Todavía el comercio interno en Sudamérica representa solo el 15% del total, contra el 45% de Europa.
El Banco del Sur debe iniciar su actividad efectiva inmediatamente. Las empresas constituidas por varios países sudamericanos en materia energética, de infraestructura, agropecuaria, minera, etc, son una necesidad sudamericana impostergable.
En momentos de grandes cambios políticos en Latinoamérica, la defensa no es un tema político-militar menor y los mandatarios de Unasur lo saben.
Los grandes recursos naturales del continente, más los yacimientos petrolíferos descubiertos recientemente en Brasil, son un objetivo mas que tentador para el ejército imperialista, siempre dispuesto a buscar una excusa para sus “guerras preventivas”.
Indudablemente ciertas propuestas molestan a Washington. La decisión del Presidente Lula de avanzar en la creación de un Consejo de Defensa Regional que reúna a los Estados Mayores de los ejércitos suramericanos debe ser la principal, a la que se suma el próximo levantamiento de la base norteamericana en Manta –Ecuador- y el afianzamiento de gobiernos de carácter nacional y latinoamericanistas en esta parte del continente.
Los Estados Unidos de Norteamérica reaccionó con la 4ta Flota, conformada por portaaviones, submarinos nucleares, gran cantidad de buques y un importante número de Infantes de Marina pertrechados con su equipo de combate, navegando los mares de la región.
Washington amenaza.
La Presidenta Cristina Fernández en sus discursos (Cena de Camadería de las Fuerzas Armadas y en la inauguración de la “Maestría de Defensa” en la Universidad de Tres de Febrero) se refirió a la nueva “hipótesis de conflicto” y revalorizó el rol de las Fuerzas Armadas para la defensa militar y la importancia de integrar la defensa a nivel regional, además de su papel industrializador.
La Presidenta sostuvo:
“…necesitamos también desarrollar un sistema de defensa nacional que tenga que ver con las posibles hipótesis de conflicto que se pueden generar durante este siglo XXI y que van a tener que ver con cuestiones tales como alimentos, energía, regiones escasamente pobladas altamente productivas en materia de generación de alimentos, de agua potable de energía”.
“…es el tema de industria y defensa. Larga historia tienen nuestra Fuerzas Armadas en la defensa y la construcción de la industria nacional. Generales como Savio, como Mosconi, hicieron escuela porque concebían que no hay mejor sistema de defensa que una nación desarrollada industrialmente, en todos sus aspectos y tareas. “Podríamos hablar también en materia aeronáutica, nuestro país pionero en América del Sur en el desarrollo aeronáutico, cuando otras naciones ni siquiera habían abordado el tema. Y hoy vemos nuestro atraso científico, tecnológico y de desarrollo industrial en estos temas, y entonces pensamos, reflexionaos en voz alta, cuánto tiempo hemos perdido, cuántas cosas podríamos haber hecho. Pero no es hora de mirar el pasado para lamentarse ni para llorar, sino para aprender de los errores que cometimos todos y de no volver a cometerlos. Creo que esta es la enseñanza más importante que puede tener el análisis de nuestra historia”.
Por fin, la desdolarización del comercio bilateral con Brasil es el primer paso hacia la moneda única suramericana.
CONCLUSIONES
En los enfrentamientos históricos decisivos, como los vividos hace meses, donde se jugaba el derecho del Estado al manejo de la renta extraordinaria, no estuvo permitido a los militantes de la causa nacional y popular mantenerse en un cómodo lugar neutral y equidistante, como meros espectadores de los grandes acontecimientos. En este sentido Causa Popular, la Izquierda Nacional, se alineó decididamente en las filas del Frente Nacional sosteniendo a la Presidenta Cristina Fernández contra los trust exportadores y la Sociedad Rural. Esta posición no significa desconocer las tareas pendientes del proceso popular desde 2003 a la fecha: la política energética, minera, de las comunicaciones y del transporte siguen sustentadas en los criterios de los años ’90; los medios de comunicación no han sufrido limitación alguna a su irrestricta libertad para mentir, denigrar y repartir chabacanería y mediocridad en todas las direcciones. Hay un proyecto de Ley de Radiodifusión que aparentemente no prospera.
El Frente Nacional se encuentra como en otras oportunidades en una encrucijada.
Luego de seis años de ofensiva, ha debido replegarse. Le es imperativo recomponer sus fuerzas, recuperando la alianza de clases que lo ha llevado a ejercer el gobierno popular.
Es clave que el gobierno redefina sus aliados, apartando tácticas y alianzas electorales de corto plazo con sectores oportunistas o de exiguo caudal de votantes como el del vicepresidente transformista, el juanbejustismo, o variantes del progresismo.
Debe profundizar la alianza estratégica con todos los países sudamericanos.
Es tarea fundamental de Causa Popular, sostener sin reservas todas las medidas que el estado produzca fortaleciendo la independencia económica y la justicia social.
Esta ha sido su conducta hasta hoy, desde que el joven Jorge Abelardo Ramos en octubre de 1945 apoyara junto con un pequeño grupo de patriotas aquel y este Movimiento que hizo temblar la estructura de la Argentina oligárquica. Las ideas y propuestas de Causa Popular iluminan con más fuerza el camino a recorrer. Se verifican en la Venezuela del Comandante Chávez, en el Ecuador del doctor en Economía de Illinois, Correa, en los planes de integración científica, industrial, militar y de defensa con el obrero metalúrgico Lula en Brasil, en la defensa por parte del cocalero Evo Morales de la unidad territorial de Bolivia, en el Paraguay del padre Lugo , en el futuro Perú del Coronel Humala y en la Argentina de los doctores Cristina y Nestor Kirchner.
Causa Popular acompañará a Cristina en la profundización del proceso actual hacia un viraje decisivo por el nacionalismo económico e industrial, la más justa distribución del ingreso y la integración al MERCOSUR y la UNASUR.
…hay intereses que quieren gobiernos débiles, porque con gobiernos débiles se pueden imponer políticas donde lo financiero vuelva a ser lo más importante, donde el trabajo ya no cuente tanto, donde discutir salarios sea malo y entonces tener mayor participación en la torta por parte de los sectores más concentrados de la economía... (Cristina Fernández, 20 de agosto de 2008).
Solo la profundización de los procesos iniciados que impulsan la igualdad social, educativa y de oportunidades que se observan en América Latina garantizará el no desandar el camino recorrido.
Se vislumbra en el horizonte un socialismo del siglo XXI, de raíz latinoamericana, sin calco ni copia de experiencias eurocentristas y que se nutre especialmente del pensamiento vivo de Manuel Ugarte, Ramos, Perón y de otros patriotas latinoamericanos. Se basa en una sociedad justa, donde la riqueza no sea el fundamento del poder político ni el lucro la religión nacional, una sociedad igualitaria en marcha hacia una organización de la economía que privilegie las necesidades humanas y no la ganancia; la solidaridad por sobre la competitividad; lo colectivo sobre lo individual.
La herramienta política que surja como resultado de este primer Encuentro deberá ser de defensa y fortalecimiento de los intereses nacionales, y cabe esperar que el gobierno argentino, el justicialismo y las fuerzas nacionales que lo acompañan así lo entiendan.
Lanzamos esta Corriente política quienes anhelamos una patria soberana y más justa, integrada a la Patria Grande Latinoamericana y abierta a la incorporación de todos los compatriotas que compartan nuestras aspiraciones: los trabajadores, los excluidos, los estudiantes, los intelectuales nacionales, los religiosos comprometidos con la causa del pueblo, los militares patriotas, los pequeños y medianos empresarios y productores ligados al mercado interno y las clases medias empobrecidas, todos ellos sectores fundamentales de la Nación.
Documento político aprobado por el Encuentro de la Corriente Causa Popular.
Buenos Aires 12/09/2008
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