Los desafíos del siglo XXI
La crisis que están atravesando los países centrales de occidente puede tener varias explicaciones. Para hacer una aproximación podemos considerar que es lo que ellos han perdido y lo que nosotros hemos conservado. En el desarrollo de los últimos dos siglos muchos señalan que hemos entrado en una etapa que la llaman el tecno-feudalismo. Esto no significa otra cosa que volver a ese periodo en donde el poder estaba concentrado en el Señor Feudal que era el dueño de todo y representante de Dios en la tierra, cuestión que llevaba a la población a rendirle pleitesía y obediencia. La similitud está en que hoy ese poder supranacional concentrado en el uno por ciento de la población mundial que está por sobre las naciones.
Frente a la crisis muchos intelectuales europeos están mirando al Sur. Ya no hay más un “estado de bienestar” como lo fue a mediados del siglo pasado. Todo eclosionó. Quedaron atrás la expansión americana con su cultura de Hollywood, como así también la crítica intelectual contestataria europea, que veía la crisis, pero no le encontraba salida. Muchos la atribuyeron a una idiosincrasia del ser humano. De esto dieron testimonio Sartre, Camus, Foucault, Marcuse, por nombrar algunos.
Hoy todos hablan del aislamiento como consecuencia de la incomunicación que generan los teléfonos móviles. Vemos en las redes infinidad de imágenes y comentarios de la dependencia de los celulares y otros hábitos que cultivan un mundo virtual en donde el único protagonista –si se lo puede llamar así- es el yo- incentivando el individualismo que lleva al aislamiento. Este es un poder que se ejerce de manera oculta, pues es el que digita la realidad que las personas viven y sienten como propia. La instrumentación de algo tan complejo se da, principalmente, a través de los medios de comunicación. Por esta razón vemos la competencia que hay por tener el monopolio de la información y de las redes. Esta manera de influenciar sobre la población existe desde hace siglos, solo que ahora se ha perfeccionado y se hace más incisiva y de expansión uniforme por el desarrollo de la ciencia y la técnica.
Si retrocedemos en el tiempo. Ya en la época de las colonias se le daba suma importancia a la información, tanto la que se transmitía desde américa al continente europeo, como la que se irradiaba en las colonias hacia las metrópolis. Todo obedecía a los interese económicos. Hoy responde a la misma razón, solo que a un poder mucho más concentrado.
El poder económico es el que sostiene todo el andamiaje de este nuevo tecno-feudalismo. Muchos intelectuales y especialistas que hablan sobre el tema tienen trascendencia y son conocidos. Pero aquellos que tienen una postura que desnuda al sistema y deja expuesta su debilidad son silenciados. Esto siempre ocurrió a través de la historia y sigue ocurriendo, en este caso de manera más sutil. La trascendencia de estos intelectuales, permitida y promovida por intereses económicos, esconde lo más importante, que es la alternativa al mismo. Este punto es el que trataremos de explicar. ¿Cuál sería la alternativa?
Frente a todo esto el planteo desde el Sur. O mejor dicho el pensamiento de las civilizaciones anteriores a la modernidad en América Latina es simplemente pensar las cosas desde donde se las mira. Esto es desde el entorno, desde el mismo lugar. De esta manera se considera a todo lo que nos rodea parte de nuestra vida, esta es la razón por que se la llama a la tierra “madre tierra”. La diferencia radical con esta concepción, que la han desarrollado varios intelectuales sudamericanos, entre ellos: Katya Colmenares, Ramón Grosfoguel, Juan José Bautista Segales y otros, sostiene que la modernidad comenzó con el “yo pienso luego existo” de Descartes. Esto determino que el hombre se ponga como sujeto frente a todo y considera la naturaleza a su disposición. Su traducción desde nuestro Sur es “Yo conquisto luego existo”.
Alguien dijo: “no se puede pensar desde un no lugar” la simplificación de esta frase sería el pensamiento Hegeliano que rige en nuestras universidades, en donde la razón esta por sobre todas las cosas. Si esto en un principio parece complejo, no lo es, pues es algo que se hace naturalmente. Esta es la discusión que han planteado desde la nueva consideración que se hace del pensamiento simbólico, principalmente desde el cartesianismo, con “el yo pienso luego existo”. Si el pensamiento es simbólico, no tiene por qué separarlos de la naturaleza, del mundo circundante, que se le llama realidad, pero ahí ya entramos en una discusión interminable que los intelectuales europeos en los siglos XIX y XX desarrollaron exhaustivamente. La cuestión es que el mundo simbólico no nos separe de la naturaleza, pues nuestros intelectuales latinoamericanos dicen que la razón es el resultado de la astucia de la vida. Si lo sentimos y pensamos así, el mundo simbólico es una herramienta que le da sentido a nuestro existir en el medio en donde estamos. O sea que el medio, todo lo que nos rodea, es el continente de nuestra existencia. Así podemos aproximarnos a lo que es un pensamiento originario. Respecto a esto último, desde una mirada eurocéntrica se los llama de manera prejuiciosa pensamientos mitológicos ligados a creencias religiosas que daban sentido a sus vidas. Lo que no dicen es que la modernidad de sus comienzos convirtió a la ciencia en un mito o sea que secularizo a los mitos anteriores. Ahora el mito es dinero y los objetos materiales que resultan de él. Si se utiliza la ciencia y la técnica con este criterio multiplica la separación del hombre de su medio.
Una ventaja que tiene Latinoamérica frente a los que está sucediendo en Oriente y África es tener un mismo idioma y una misma religión. En África, por ejemplo, las diferencias en idiomas y creencias han sido incentivadas para postergar y dificultar un gobierno autónomo. Otro ejemplo es son los últimos acontecimientos en Siria. Las fuerzas de oposición que derrocaron el gobierno de Asad estaban incentivadas, principalmente, por diferencias religiosas. Ahora en este país se ha constituido un gobierno anticolonialista y está siendo hostigado por la oposición de los grupos radicales terroristas, basadas principalmente en diferencias religiosas. Estas diferencias son utilizadas por los intereses extranjeros que son quienes los financian para llevar adelante tales acciones, que sin el apoyo de estos no sería posible implementar. A pesar de todo esto en Níger, Burkina Faso y otros estados han logrado emanciparse.
La esperanza respecto de que haya una alternativa frente a esta crisis se basa en que debemos volver a considerar que somos parte de la naturaleza. Esta manera de pensar a permanecido en el tiempo a pesar de todos los periodos de influencia de la modernidad que han permeado a los seres humanos. También ha influenciado sobre pueblos originarios que son manipulados a tal fin. Logrando que estos se sumen al sistema autodestructivo.
La espectativa es que hay sectores, que, sin estar ligados a los pueblos originarios, también se suman a esta lucha social. Se debe decir que también hay grupos de pueblos originarios que han sido colorados por el sistema capitalista.
El sistema informativo señala que no se puede volver al pasado. Planteando así que el desarrollo y el progreso son inevitables. Esto hoy ha sido superado pues hay experiencia de pueblos que pueden llevar una vida en comunidad, en zonas urbanas desarrolladas, sin dejar de lado la técnica. Pues el secreto de esta convivencia es la manera de pensar en el prójimo, que es un hermano no un competidor. Esto hace que la conexión entre sus integrantes genere lazos de solidaridad.
Por último, es importante señalar que la cuestión no es dejar de lado todos los beneficios que puede dar a la ciencia y la técnica para “un buen vivir”. Este error que se planteó en el siglo XX como que había que abandonar la civilización y volver a vivir en contacto con la naturaleza, fue auspiciado por el sistema de información de los grupos económicos, pues esto no atingía sus intereses, pues solo ponía en cuestión el desarrollo que estaba llevando adelante la humanidad haciendo responsable al hombre por su elección de vida. De esta manera se ocultaba todas las resistencias que hubo en la historia respecto al modo de colonización que, con sus características, destruía todo saber del colonizado para imponer el suyo con el solo fin de extraer beneficios económicos. Para implementar esto utilizaron el ocultamiento de los conocimientos de los pueblos colonizados y resaltaron los de ellos. Por esto se habla de un epístemicidio y de extractivismo epistémico, término acuñado por Souza Portugués. Bueno hoy en día, siglo XXI año 2025, se sigue haciendo exactamente lo mismo. Se llevan los recursos minerales sin tener en cuenta los daños materiales como así también han hecho un extractivismo epistémico. En la medicina, por ejemplo, desde sus inicios no hicieron otra cosa que robar los conocimientos de la medicina ancestral, basada en la naturaleza, para lograr beneficios económicos.
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